En abril de 2020, cuando tuvimos que suspender la visita del escritor Óscar Esquivias, realizamos la siguiente entrevista que publicamos en la revista de nuestro centro:
Entre tus obras destaca Inquietud en el paraíso que obtuvo el Premio de la Crítica de Castilla y León, una obra que, junto a La ciudad del Gran Rey y Viene la noche forma parte de una trilogía dantesca ambientada en Burgos durante la Guerra Civil. La Divina Comedia es el viaje de Dante por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. ¿Por qué tu trilogía es una Divina Comedia al revés?
La Divina Comedia fue un estímulo muy importante para escribir mi trilogía. Me inspiraron mucho algunas de sus ideas, como que el Más Allá se pueda visitar o que el amor sea más poderoso que la muerte. Empecé por el Paraíso porque la idea argumental que yo tenía (ir a buscar a un general difunto al Purgatorio) solo se podía explicar bien si comenzaba la historia en las vísperas de la Guerra Civil, cuando en España todavía se vivía en paz y en democracia (con todos los problemas y matices que se quiera), y en un momento cultural esplendoroso de su cultura (de hecho, se alude a él como la Edad de Plata). Todo eso saltó por los aires con la guerra.
En la trilogía aparecen personajes ficticios y reales. Uno de ellos es Manuel Machado. ¿Refleja la obra fielmente la actitud de Machado durante el golpe de estado?
Procuré ser fiel al carácter y el pensamiento del poeta, pero todo lo que hace y dice Manuel Machado en la novela está inventado. No debe leerse una obra literaria como si fuera un documento histórico.
Además de novelas, has escrito cuentos y relatos, por los que has obtenido algunos premios. Y también novelas juveniles como Huye de mí, rubio. Esta novela la hemos leído en clase los alumnos de 4º de ESO. Se narra la historia de un niño español, Ismael, que es secuestrado por una guerrilla. ¿Te basaste en algún hecho real?
No directamente, pero muchas bandas o grupos ilegales recurren al secuestro para extorsionar y conseguir beneficios económicos o políticos, así que todo lo que pasa en la novela podría haber ocurrido.
¿Qué realidad querías criticar en ese libro?
Siempre me han gustado mucho las novelas de aventuras, y también las de personajes cautivos o confinados, así que mi primera idea fue unir esos dos géneros. Por supuesto, en la novela hay una descripción (y un rechazo) de la violencia, pero mi intención al escribir el libro no era tanto la crítica o la denuncia sino, simplemente, narrar ese episodio de la vida de Ismael, el protagonista.
¿Qué papel debe tener un escritor en la sociedad?
Yo creo que el arte (y dentro de él, la literatura) debería ocupar un lugar central en nuestra sociedad, empezando por la educación infantil. No me parece sano que en un noticiario solo se hable de política o deporte y apenas se mencione la danza, la poesía o el teatro. Aparte, a mí me gustan más los escritores artistas que los intelectuales. Si un escritor va a aprovechar su prestigio social para opinar sin fundamento sobre cualquier cosa, prefiero que esté callado. Escribir buenos sonetos o novelas no significa que uno sea experto en, por ejemplo, economía, epidemias víricas o el calentamiento del planeta.
¿Cree que los escritores han perdido en la época actual el prestigio que tenía su opinión en otras épocas pasadas?
El prestigio literario no es lo mismo que el prestigio social, que en estos tiempos se reserva a otro tipo de personajes públicos (en la época de Unamuno y Ortega era diferente). Ahora Arturo Pérez Reverte, Almudena Grandes, Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero, Javier Marías y Juan Manuel de Prada, por ejemplo, están muy presentes en los periódicos, con opiniones y estilos muy distintos, pero no sé hasta qué punto son influyentes. Quizá ni siquiera (salvo los dos primeros) sean populares. Cuando yo era joven, era muy frecuente ver a Camilo José Cela o Francisco Umbral en la televisión, pero de todo lo que podían decir solo trascendían sus extravagancias.
También has escrito poesía y ensayos. ¿Qué género literario te gusta más?
Como lector, todos me gustan (si el texto es bueno, claro). Como escritor, creo que en la narrativa doy lo mejor de mí, aunque en el fondo me gustaría ser un buen poeta.
¿Por qué te convertiste en escritor?
Por vocación, así de sencillo.
¿Cuáles eran tus lecturas favoritas cuando eras adolescente? ¿Qué obras recomendarías para que nos animáramos a leer?
Eran muy variadas. De muy niño, lo que más me gustaban eran los tebeos (mis personajes favoritos eran Mortadelo y Filemón y, luego, Astérix y Tintín). Pronto me aficioné a las novelas de aventuras (sobre todo a las de Julio Verne) y, ya de adolescente, me entusiasmaron Delibes y Dostoievski.
¿Cuál es tu libro favorito?
Pues va cambiando. En diferentes momentos de mi vida han sido, por ejemplo, Crimen y castigo de Dostoievski, El libro de la selva de Kipling, Rojo y negro de Stendhal, Lo prohibido de Galdós, El lenguaje perdido de las grúas de Leavitt, Cuento de hadas en Nueva York de Donleavy, Miguel Strogoff de Julio Verne, La peste de Camus, los poemas de Garcilaso de la Vega o de Eugénio de Andrade. Y, siempre, el Quijote, claro. Pero todos son favoritos.
¿Cuál es el libro que te habría gustado escribir?
Muchos, todos los que he dicho antes. Y añado ahora Dos crímenes, de Jorge Ibargüengoitia; El mar, el mar, de Iris Murdoch; y Léxico familiar, de Natalia Ginzburg.
¿De cuál de los libros que has escrito te encuentras más orgulloso?
El más importante fue el primero, Jerjes conquista el mar. Es el que me convirtió de verdad en escritor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario