viernes, 29 de abril de 2016

Y más premios

Y como las buenas novelas, que iban por entregas...



CATEGORÍA DE 3º Y 4º ESO

SEGUNDO PREMIO


EL NARRADOR 

Julia Moyano Villullas 

En la esquina de la mesa se encontraba Phileas Fogg, un hombre con posibles, sin duda. Hacía bailar metódicamente una moneda entre sus dedos, apoyado sobre un bastón y con la mirada impasible.

Suspiré con ironía. La arrogancia no estaba entre mis peticiones a Verne para el personaje, sin embargo, le daba un aire misterioso.

A su lado estaba Ana Karenina. Cualquiera habría envidiado su belleza. Estaba totalmente centrada en el libro que tenía sobre las piernas y pasaba cada página con suma delicadeza. Me percaté de que no era la única persona que la observaba. Dorian Gray le sonreía con su mirada; en sus ojos se veía un brillo único y hermoso.

Desvié la mirada hacia el fondo de la sala. Tapada con una tela, había una pintura. Sonreí. Seguramente se le borraría cualquier rastro de felicidad si supiera que era su retrato el que allí residía. Wilde me había aconsejado traerlo conmigo, por si las cosas se torcían.

No lejos de allí Jim Hawkins conservaba agitadamente con Tom Sawyer. Había imaginado que congeniarían bien y su cercana posición en la mesa distaba de ser desintencionada.

El joven Hawkins movía los brazos y relataba a gritos sus aventuras, mientras Tom reía descontroladamente.

Las carcajadas pararon en seco cuando la puerta comenzó a quejarse y apareció tras ella la figura de un hombre.

Él era tal y como lo había imaginado. Un escalofrío me recorrió la espalda. Su rostro casi reflejaba la luz por su palidez extrema. Tenía la boca fina y firme, con un gesto frío y unos labios cuyo color rojo denotaba la vitalidad que faltaba en el resto de su cuerpo. Vlad bajó de su motocicleta y se dirigió al centro de la sala. Al parecer el señor Fogg no era el único hombre presuntuoso del cuarto, ya que el que acababa de llegar exigía que le tratáramos de noble, ni más ni menos que el conde Drácula.

Tan solo faltaba Mr. Hyde, que continuaba abriendo y cerrando la cremallera de sus zapatos, únicamente por el placer de observar su mecanismo. Realmente tenía un aspecto desagradable y una voz muy ronca. Cuando sonrió, ni siquiera parecía real.

Cerré los ojos. Los personajes eran increíbles.
Me ha sido ordenado hablar como narrador de una historia. Tal vez algún día esa reunión se convierta en una leyenda.

En la habitación reinó el silencio. Nadie puso objecciones, así que continué mi discurso.
Habéis sido creados por una razón. Debemos enseñar unos valores a esta generación -dije yo.

Alguien me interrumpió:
¿Es realmente necesario hablar de ese modo? Todos los presentes sabemos que es usted quien habla, no tiene que aclararlo.

Lo ignoré y proseguí:
Mi objetivo era encargar los personajes de la literatura de este siglo. Estoy aquí para controlar la sabiduría de los humanos, tenemos que introducir todos y cada uno de los valores poco a poco. No debemos dar a conocer toda la información al mismo tiempo. Esta reunión se celebrará una vez cada siglo, entregando nuestros conocimientos al público, hasta llegar a la cumbre de la cultura -afirmé.

El que había intervenido anteriormente puso los ojos en blanco al oír mi última palabra. Trataba claramente de contener su rabia.
No debemos permitir que la paciencia nos consuma y tenemos que dejar que yo decida nuestro próximo paso. Tarde o temprano, otros me verán llegar -dijo él.
¿Y quién es él? -preguntó uno de ellos.
El tiempo -le respondí.



CATEGORÍA DE BACHILLERATO Y CICLOS FORMATIVOS

SEGUNDO PREMIO

COMA 

Teresa Hernández Zárraga 

Me encuentro en el Teatro Mariinski, San Petersburgo, y tan solo quedan 15 minutos para que pueda ver el gran estreno de la obra El Cascanueces. Por fin puedo cumplir el sueño que tanto deseaba: poder escuchar el directo al extraordinario compositor Chaikovski. Me ha costado mucho llegar hasta aquí, pero, por fin, lo he conseguido. El telón se ha abierto y las luces se han apagado, ya empieza el espectáculo. Me siento en las nubes. No tengo palabras para explicar lo que estoy escuchando. Es algo impresionante, tengo la piel de gallina y un montón de lágrimas se deslizan por mis mejillas. Hoy puede decir que ha sido el día más bonito de mi vida.

Ya ha salido de la función y dirijo a mi casa. Tengo muchas cosas que hacer y ya son las doce de la noche. Aún sigue la melodía dando vueltas en mi cabeza y creo que quedará grabada siempre.

Hace un día feo. Llueve mucho y apenas hay gente en la calle. Solo se oyen ruidos y muchos coches.

Ya he llegado. Acabo de leer el periódico y aparece como portada que Gaugin ha realizado un cuadro llamado ¿Cuándo te casas?. Puesto que este pintor me apasiona, he buscado rápidamente información sobre él y me ha parecido una obra magnífica repleta de colores intensos.

Ya es tarde, así que me voy a ir a dormir. Después de este intenso fin de semana, llega la rutina. Otro día más yendo a trabajar al Museo de Hermitage. Se me pasan los días volando y dentro de una semana tengo que ira a Argentina para ver a mis abuelos y volver a España para el día de Nochevieja. El otro día me llamó mi abuela asustada y me contó que habían asesinado a una niña de quince años en la misma avenida en la que ellos viven. Tengo muchas ganas de ir, hace más de siete años que no los veo. Hoy he conseguido comprarme el libro de El abanico de Lady Windermere, una obra de teatro estrenada ese mismo año. Llevaba muchísimo tiempo buscándolo y al fin lo he encontrado. Mañana sale el avión dirección Argentina. Estoy muy nerviosa, quiero que se pase rápido.

Son las seis de la mañaña. Me levanto, cojo las maletas y me dirijo al puerto para coger el barco. El viaje se hace eterno. Al llegar, me esperan mis abuelos.

Al bajar del barco, corrí a darles un gran abrazo. Estaban igual que hacía siete años. Nos fuimos a su casa y estuvimos hablando de todos estos siete largos y pesados años, cuando, de pronto, escuchamos en la calle muchas sirenas. Al principio nos asustamos, pero, después, nos contó la vecina de al lado que todo estaba bien. El inventor Juan Vucetich, argentino, había identificado a la asesina que había matado a una niña gracias a las huellas dactilares.

Mi estancia en Argentina fue magnífica. Pasé unos días inolvidables con mis abuelos y aprendí muchas cosas que no sabía. Regresé a España y llegué a Barcelona, donde me esperaban mis padres y mi hermana pequeña. Me alegré muchísimo al verlos. Eran las diez de la mañana y fuimos a desayunar al restaurante de mis padres. Me contaron que había una sorpresa para mí y que íbamos al Teatro del Liceo para ver la obra Peleas y Melisenda, de Maurice Maeterlinck, estrenada ese mismo mes. Llegó la hora y nos sentamos los cuatro en primera fila, desde donde se veía todo espléndidamente. A mistad de la obra comenzamos a escuchar voces que provenían de las calles. De repente un hombre abrió la puerta del teatro y gritó: “¡CUIDADOOOO!”. En ese mismo instante, una gran estallido inundó la sala. Era un atentado cometido por Salvador Franch. Abrí los ojos y me encontré a cinco médicos mirándome fijamente. Llevaba dos años en coma.

jueves, 28 de abril de 2016

Primeros Premios del IX Concurso de Animación a la Lectura

Y por fin, tenemos el honor de compartir con más lectores los relatos ganadores del muy afamado IX Concurso de Animación a la Lectura del I.E.S. Merindades de Castilla.

Los premiados, no por discretos, menos cubiertos de prestigio son:

(REDOBLE)

CATEGORÍA DE 1º Y 2º ESO

PRIMER PREMIO

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL. HISTORIA DE UN NIÑO

Lucas Pedrero Olano

Corría el año 1914. Ese año fue devastador en todo el mundo, ya que empezó la Primera Guerra Mundial, en la que entraron muchos países como Inglaterra, Francia, Alemania, Austria-Hungría…


28 de junio de 1914. Cardiff. Sur de Gales.Algo pasa. Todo el mundo está muy serio, sentado alrededor de la radio, un artefacto de mi abuela, que dice que han matado a un señor y su mujer en Sarajevo.

No sé por qué tanto revuelo, de todas formas, Sarajevo queda muy lejos de casa.

29 de junio de 1914Pues parece que la cosa es seria. En el colegio, el maestro nos ha explicado que ese señor y esa señora eran de Austria-Hungría. Nos lo ha tenido que señalar en el mapa porque no teníamos ni idea de dónde estaba. Nos ha dicho que era el archiduque…bueno, alguien importante.

En la hora del almuerzo nos hemos reunido en el patio unos cuantos amigos y estaban diciendo que va a haber una guerra. Me ha dado un poco de miedo, pero, bueno, sigo diciendo que eso está pasando muy lejos de casa.

30 de junio de 1914Me ha despertado mi madre para ir al cole, pero antes me ha dicho, con cara muy seria, que Gran Bretaña ha declarado la guerra a Alemania y que han movilizado al Primer Batallón de Infantería del Sur de Gales y a todos los oficiales de permiso.
Esto no pinta nada bien.

Otro díaLlegan noticias espeluznantes del frente. Las escucho en la vieja radio. Dicen que los hospitales de campaña alemanes son un verdadero infierno. La imagen, dice el locutor, es aterradora: heridos, gritando, piden ayuda durante la noche, pero no hay nadie para atenderles. Los médicos hacen lo que pueden, pero son demasiadas víctimas por atender y escasos los medios para hacer frente a esta barbarie.

Julio de 1914
Yo no sé en qué día vivo. Hay enormes disturbios en las calles, gente protestando por la escasez de materias, mucho descontento por lo que llaman el servicio militar obligatorio y, donde hacen armas. Dicen que, como muchos hombres han marchado al frente, necesitan mano de obra.

Comienza el racionamiento de comida. Ya no llevamos el almuerzo al colegio; de hecho, casi ni vamos al colegio, aunque los mayores quieren que aparentemos normalidad. Suelo leer en casa las lecciones, los libros del cole…, pero mis tripas suenan con demasiada frecuencia y no puedo concentrarme.

Siguen llegando noticias alarmantes. Los alemanes intensifican los bombardeos, los soldados mueren por centenas en el frente y la población huye de las ciudades por falta de alimentos y por miedo. Además, cada día roban más en todos los sitios. El panadero dice que ayer le intentaron robar pan… La policía está siendo implacable en eso y parece que encierran en la cárcel a los que pillan robando.

Agosto de 1914Muchas familias de amigos se han ido al campo. Dicen que allí se necesita gente para cultivar la tierra, que el aire es más limpio y que el hambre se nota menos.

La radio, que ahora ya no escucho todos los días, dice que la gente está muriendo literalmente de hambre en las zonas de conflicto.

Los alemanes no parecen dar tregua con bombardeos insistentes sobre algunas ciudades europeas…Recuerdo el día en que mataron a ese señor y su mujer… ¡Qué lejos parece todo!

Ahora ya sé dónde está Austria-Hungría, también sé que ese señor era el archiduque Francisco Fernando de Austria y que le asesinó un serbio.

Septiembre de 1914Sentados alrededor de la mesa, leemos la carta que le ha llegado a una de las pocas vecinas que nos quedan. Es de su marido. Dice que los tanques son pulverizados por las bombas que caen del cielo como una incesante lluvia. No queda nada...

Su marido tiene que recoger los restos pulverizados de los hombres y trata de reunirlos para identificarlos y mandarlos de regreso a Gran Bretaña para que los entierren...¡Cómo llora la pobre mujer!

Octubre de 1914Mi madre ha decidido que nos mudemos al campo.

La situación de la ciudad es terrible, robos, pillajes, gente manifestándose. La suciedad se acumula por todas partes y en nuestro edificio ya no queda nadie. La última vecina se marchó cuando le informaron de la muerte de su marido, el que recogía los restos de otros soldados caídos en batalla.

Noviembre de 1914Dicen que acabarán atacando Gran Bretaña. Ahora lo escucho todo desde una granja en el campo. Tenemos que trabajar mucho para poder comer al final del día, pero hay más gente ayudando. Es diferente a la ciudad. Las alarmas no se escuchan, todo está más limpio y no se roba. Ahora tengo un perro, además de animales de granja. También tengo más tiempo para repasar los libros y los niños nos reunimos todas las tardes en alguna casa, para que nos enseñen más cosas y podamos seguir estudiando, aunque acabamos todos muy cansados y los más pequeños se duermen casi siempre.

Pensé que la guerra nunca nos afectaría.

Pensé mal.

Supongo que este horror terminará pronto.



CATEGORÍA DE 3º Y 4º ESO

PRIMER PREMIO

LO QUE HACE LA GENTE POR DINERO 

Sergio Cuadrado Pérez 

1871. Once y media de la noche. Se oyen disparos a la vuelta de la esquina. Por suerte está el joven Marcos, policía principiante que va en su coche patrullando las calles. Enciende las sirenas, avisa a todas las unidades y, justo cuando dobla la esquina, ve a un hombre en el suelo con dos heridas de bala en el pecho. Intenta reanimarle, pero es inútil. Su corazón ha dejado de latir y está desangrado.

Cinco minutos más tarde, vienen otros dos coches patrulla, un detective llamado Carlos, muy famoso por haber resuelto gran parte de los casos en los que ha participado, y una ambulancia, aunque ya era ridículo. Aquel hombre de unos cuarenta años, con pelo castaño, vestido con un traje muy elegante y un sombrero negro como aquella noche había perdido su vida. El detective Carlos preguntó a Marcos si había visto algo sospechoso o a alguien huir con su vehículo..., pero Carlos le dijo que solo oyó los disparos y no vio nada. Esto dificultó bastante la actividad del detective, porque sin ninguna pista del asesino / a sería muy complicado, o incluso imposible de averiguar quién podría haber matado a aquel hombre. Le tomaron las huellas dactilares y, por reconocimiento facial, identificaron a aquel hombre. Era Alfonso Martínez, tenía novia y vivía a tan solo un cuarto de hora de allí.

Fueron a su casa y comunicaron a su novia la desgracia. Se echó a llorar inmediatamente y, tras un tiempo sin saber qué hacer, dijo al joven detective que hacía unos días había sido amenazado de muerte por un propietario de una tienda de muebles que se iba a la ruina por culpa del fallecido, ya que su nueva tienda le quitaba la clientela y ponía los precios muy baratos. Se llamaba Trebor, era de Estados Unidos y había venido a España hacía ocho años.

El detective ya tenía a su principal sospechoso, así que él y una patrulla irrumpieron en su casa. El pomo de la puerta estaba manchado de sangre. Tiraron la puerta abajo, pero no había nadie. En su sótano había una pistola y sus balas coincidían con las del asesinato. Un civil alertó de que había entrado a robar a la tienda del fallecido e inmediatamente pensaron en qué sería Trebor.

Al estar delante de su tienda, vieron cómo un hombre dentro estaba prendiendo todos los muebles. Abatieron al ladrón y, afortunadamente, tras haber llevado el cadáver a un forense, se descubrió que las huellas del ladrón estaban en el cuerpo de Alfonso.

Le detuvieron, le llevaron a juicio y le metieron a la cárcel. Pero en el juicio no dejaba de masticar un nuevo producto que había sido inventado por Thomas Adams, el chicle y, por el incordio que le estaba provocando al juez, se le condenó a dos años más.



CATEGORÍA DE BACHILLERATO Y CICLOS FORMATIVOS

PRIMER PREMIO

Oihane Irazola Bóveda 

Era una soleada tarde de enero de 1894 cuando Martín, un hombre español de unos treinta años, paseaba tranquilamente por las calles de San Petersburgo haciendo tiempo hasta la salida del teatro de su esposa, Ana. Mientras andaba por las calles pensaba en qué atractivo le podía ver su mujer a una representación de ballet, no encontrando él ningún gusto a observar a varias personas con tutú moverse al son de una música, para él aburrida, por un escenario.

Supuso que el tal Chaikovski sería un buen músico, pero a él ese tipo de música no le gusta, por lo que, cuando su mujer le dijo que quería viajar desde su residencia en Madrid a San Petersburgo para verla, él accedió solamente para visitar la ciudad. Pensando en esto, llegó al teatro Mariinski y preguntó a un hombre que salía de allí cuando terminaría la representación de El lago de los cisnes, diciéndole él que acabaría en unos diez minutos.

Martín esperó el tiempo dicho por aquel hombre y comenzó a ver un barullo de gente saliendo del teatro. Buscó a Ana entre ese grupo de personas, pero no consiguió encontrarla. Al ver que todo el mundo había salido ya, Martín entró en el teatro a buscarla, pero no hubo ningún indicio de ella hasta que encontró en un asiento el sombrero que se había puesto esa mañana con una nota: “Tengo que hacer algo importante. No me busques, regresaré a casa en cuanto pueda. Tú espérame en Madrid”. Se extrañó al verla, pero hizo caso de lo que su mujer le decía en aquella nota.

De vuelta a Madrid, Martín esperó hasta que el día 29 de marzo recibió una carta de su mujer, acompañada de una invitación a la inauguración de un nuevo edificio construido para la Real Academia Española el día 1 de abril, en la que le aseguraba que se encontraría con él para relatarle lo ocurrido en los meses de su escapada. Martín de nuevo, como buen marido obediente y con la curiosidad de conocer aquellos acontecimientos, se dirigió ese día 1 de abril a aquel edificio.

Martín no llegó a aquel sitio, donde fue brutalmente atacado por varios hombres en el camino y se desmayó. Al despertar, se encontró sin invitación y sin dinero. Había sido atacado y no podría entrar a aquel edificio para encontrarse con Ana. Desorientado como estaba, preguntó a un caminante la hora que era. Ese hombre le dijo que eran casi las siete de la tarde y Martín se apenó al darse cuenta de que era demasiado tarde como para si quiera esperarla fuera del edificio.

Al no tener manera de encontrar a su mujer, Martín regresó a casa y la esperó como llevaba haciendo desde su marcha. El pobre hombre tenía la ilusión de volver a verla, pero la perdió al saber de ella al día siguiente, ya que, conociéndola, tardaría varios meses en volver a tener noticias de ella. Martín sabía que esto ocurriría y, en efecto, sucedió. Hasta haber transcurrido más de un año, en diciembre de 1985, no supo nada de Ana.

El 23 de diciembre de 1895, Martín recibió un extraño periódico en la puerta de su casa. Era extraño por varias razones: la primera, no estaba en castellano, sino en francés y, la segunda y más importante, que en una de las páginas, debajo de la noticia de la sentencia a cadena perpetua en la Isla del Diablo del oficial Alfred Dreyfus por un caso de espionaje y alta traición, aparecía, rodeada con rotulador rojo, la noticia de la exhibición de la primera película cinematográfica de los hermanos Lumière del día 27 de diciembre en París. Ante esto, Martín interpretó que su mujer le daba una pista de su paradero.

Martín se dirigió dos días después hacia París, donde esperaba, después de tanta búsqueda, encontrar por fin a su amada. Estaba tan nervioso esa noche que no pegó ojo. Tenía el presentimiento de que la encontraría por fin y descubriría qué era tan importante como para estar alejado de él tanto tiempo.

A la mañana siguiente, después de abandonar el hotel, caminó por las calles de París, al igual que la mañana de la desaparición de Ana, esperando a que la exhibición terminara. Cuando se aproximaba al lugar donde pensaba encontrarla, un hombre le detuvo y le preguntó si era el marido de Ana. Al contestar Martín que sí, el misterioso hombre, que resultó ser una agente de policía francés, le comunicó la muerte de su esposa dos días antes en un accidente doméstico. Martín preguntó al hombre por los datos de su muerte y del tiempo que estuvo fuera de casa. El policía le comunicó que no había datos de su paradero hasta el hallazgo del cadáver. Fue encontrada aplastada por un mueble en la habitación de un hotel. Martín nunca supo lo ocurrido con su esposa.




sábado, 23 de abril de 2016

23 de abril

Y llegamos al día clave con una feliz resaca de lecturas de Don Quijote. 

El día de hoy es una especie de gozne temporal como el de Regreso al Futuro: Cataluña conmemora la muerte de Sant Jordi (véase San Jorge) en 303, que es también el patrón del movimiento scout y de la caballería medieval (aunque, creo, que de eso lamentablemente ya no hay). En Castilla "celebramos" la derrota del movimiento comunero a manos del emperador Carlos V con decapitaciones incluidas de sus cabecillas. Hoy se cumple además los 500 años de la promulgación de la Reinheitsgebot o ley de pureza en Baviera. Importantísimo acontecimiento.   

Y de vuelta a nuestro inmortal Cervantes, hoy celebramos (poco) el día en que tras una vida de azares, descansó. Hoy al menos ya tenemos un sitio en el que dejarle nuestro recuerdo y agradecimiento. Algo que también hemos de hacer hoy en Stratford-upon-Avon, donde siempre hemos sabido que yace el no menos inmenso William Shakespeare. Casi 400 años, ya que, aunque no sea yo el primero en recorrer tan trillado sendero, el Bardo murió el 3 de mayo. Y sin embargo, también 23 de abril para Inglaterra.

Mas no temáis trampantojo temporal alguno, lectores. Simplemente, Inglaterra no adoptó la reforma gregoriana que adelantaría 10 días el calendario juliano hasta fecha tan tardía como 1752. Es decir, cuando cayó la última hoja del calendario del Bardo en Inglaterra, el día 23, en territorio hispano, la misma hoja marcaba 10 días más, el 3 de mayo.

Tanto da. Es una feliz carambola del destino celebrar ambos el mismo día. Y es de justicia... poética.
Os dejó un breve trailer de la película "Miguel y William", un divertido experimento histórico en el que (como mi profesor de Historia de la Filosofía antigua y moderna ya apuntara años ha) ambos, en vida, llegaron a trabar conocimiento.
No perdáis la oportunidad de ver entera esta cinta, quizá muy deudora de Shakespeare enamorado, aunque sea para divertiros con un Cervantes inmenso en la piel de Juan Luis Galiardo.    


viernes, 22 de abril de 2016

Lectura del Quijote

En un lugar de las Merindades…


… de cuyo instituto nos ocupamos en este espacio, un grupo de voluntariosos muchachos han leído hoy, viernes 22 de abril, fragmentos de la obra de Miguel de Cervantes, don Quijote de la Mancha.





Esperamos con esto rendir nuestro pequeño homenaje a este genial escritor en el IV centenario de su muerte.